martes, 17 de agosto de 2010

¡¡¡Torquemada ha vuelto!!!

¡Cielo santo!, estaba yo tan tranquila en una especie de duerme vela oyendo un programa de radio en el que la gente llama y hace comentarios sobre un tema de actualidad o sobre cualquier cosa, aunque no sea tan actual, que les haya llamado la atención y, de repente, una buena señora que respondía al nombre de Lola y que se presentaba a sí misma como "una respetable señora de 77 años", dijo que quería hablar sobre un asunto que le había quitado el sueño, ya que ..."el otro día cuando encendí la televisión ví un espectáculo dantesco y repugnante"..., - claro, yo, inmediatamente agudicé mis oídos pensando que nueva desgracia o desastre natural asolaba algún rincón de nuestro querido planeta azul, y cual no sería mi sorpresa cuando la miembra representante de la soberanía popular, empieza a contar que... "un grupo de sinverguenzas degenerados todos desnudos como Dios les trajo al mundo, se paseaban tan tranquilos" por una playa gaditana del pueblo donde ella reside.

Lo curioso, no es que esta persona expresara su malestar y su repugnancia por semejante espectáculo, sino que el locutor de turno le daba cancha (pero en serio) abogando por una ley que prohibiera semejantes prácticas, sobre todo velando por que la inocencia de los niños no se viera mancillada y que las familias pudieran estar en la playa sin que esos "guarros" se pasearan tan tranquilos enseñando sus verguenzas.

Claro, yo, que pertenezco a este grupo de "degenerados" que disfruta tomando el sol y los baños de mar sin ataduras textiles de ninguna clase, y sobre todo sin que me importe lo que los demás hagan, cuidando de no molestar a nadie, se me pusieron los pelos de punta pensando que, en los tiempos que hoy corren, en los que lo que más se lleva es prohibir, pues se levante un buen día el político de turno y decida que es moralmente reprobable la exhibición del cuerpo y decidan confinarnos en un gueto para someternos a la reeducación correspondiente.

Vamos, que efectivamente Torquemada vuelve, ya que dentro de estas "buenas gentes del pueblo soberano", anida un censor implacable, al que sólo hace falta un pequeño empujoncito para salir a flote y volver a revivir las escenas de los años 80, concretamente en la pequeña aldea de Hio en Pontevedra, en la que los lugareños con el cura a la cabeza, se dedicaban a reventar los neumáticos y a apedrear a los sufridos nudistas (entre los que me contaba) que osaban invadir su territorio. En fín, como bien decía el Capitán Trueno, ¡Santiago y cierra España!. Amén

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